Siddhartha y los Cuatro Encuentros
Los primeros textos budistas se escribieron tres siglos
después del fallecimiento del Buda, por lo que los relatos en torno a su vida
se transmitieron principalmente mediante la vía oral y comprenden una serie de
prodigios y milagros que describen una vida predestinada a alcanzar la
iluminación. Tanto la dimensión mundana como la sobrenatural tienen una
importancia fundamental para los seguidores del Budismo pues el relato de la
vida de Buda sirve para ejemplificar su papel como un ser humano que lucha y se
esfuerza por alcanzar la iluminación.
El buda histórico o sakyamuni nace con el nombre de
Siddhartha Gautama alrededor del año 480 a.C en Nepal, siendo heredero de un
pequeño reino al norte de la India. De acuerdo con la tradición, pertenecía a
la casta de los ksatrya, es decir, la casta a la que pertenecían los guerreros
y los nobles de la estratificada sociedad hindú.
De acuerdo con la tradición, el joven Siddhartha creció
siendo sobre protegido por su padre, quien le había evitado conocer la vejez, la
enfermedad y la muerte. Salir a la calle era un peligro, podía enfermar,
encontrarse en situaciones complicadas si no estaba preparado para imponerse,
pues era al parecer un chico de talante más bien retraído.
La secuencia de sucesos expresan que este primer encuentro
con la realidad, digamos, provocan en él un quiebro existencial. Primero se
encuentra con un hombre muy enfermo, una condición que humana que él desconocía
y que le conmueve profundamente. Después se encuentra con un hombre en la etapa
de la vejez, enterándose de que es proceso inevitable que inicia al momento de
nacer, dándose cuenta de que este mundo es efímero.
Más adelante se encuentran con una procesión funeraria. Es
la primera vez que Siddhartha se da cuenta que la muerte es un momento
inevitable para todo ser humano. Perturbado, en el camino de vuelta ve a un
asceta de rostro tranquilo y sereno, cuya única posesión era su túnica amarilla
y una escudilla de mendigo en sus manos. Era una asceta, una persona que había
renunciado al mundo en busca de la verdad.
La literatura búdica tardía afirma que estas cuatro visiones
afectan al príncipe de tal modo que tomó consciencia instantánea de la
dimensión del sufrimiento humano y de la futilidad de la existencia real, por
lo que decide convertirse en un mendicante errante en busca de una vida
espiritual que le ayudase a encontrar una solución al dolor de la condición
humana.
¿Son reales o legendarios estos cuatro encuentros? En las
condiciones de vida de aquella época, que nadie enfermara en su entorno es una
manera de hablar, que no viera envejecer a alguien allí donde viviera es una
afirmación imaginativa, que ningún allegado muriera es una afirmación
inverosímil. Increíbles son así los relatos religiosos.
Por lo tanto, la historia de los cuatro encuentros nos
remite al intento del ser humano de negar la realidad de la pérdida, de
alejarse de todo cuanto puede causarle algún dolor. Sin embargo, también
advierte que es una realidad ineludible a la que tendremos que enfrentarnos nos
guste o no.
Siddhartha emprende una búsqueda espiritual en la que
primero practica el ascetismo extremo, privándose de casi todo alimento hasta
encontrarse casi al borde de la muerte. Una versión legendaria cuenta que
próximo a morir de inanición, escuchó a un maestro enseñándole a una niña tocar
el sitar, indicándole que sí la cuerda estaba muy floja, no sonaría. Por el
contrario, sí la cuerda estaba muy tensa, se rompería. En ese momento,
Siddhartha comprendió que el camino correcto para buscar la Iluminación era el
Camino Medio. Ésta doctrina supone el rechazo a los extremos, es decir, a la
satisfacción excesiva de los placeres sensoriales, como a la privación
excesiva.
La presente es una
figura de Siddhartha realizada por la escuela de Gandara (s. III) que representa
el camino errado. Su cuerpo luce esquelético, casi cadavérico, como
consecuencia del ayuno excesivo.
Después de años de practicar el Camino Medio, Siddhartha
alcanzó la Iluminación mientras meditaba a los pies del árbol Boddhi (una
higuera). A partir de ese momento, se empieza a llamar propiamente Buda, que es
sánscrito significa despierto.
Sí bien los relatos legendarios entorno a su vida encarnan
las características sobrenaturales de un ser destinado a alcanzar la
iluminación, es importante destacar que su doctrina no es una doctrina
revelada, por el contrario, se basa en la propia experiencia, en las
conclusiones de una mente que se ha cultivado para encontrar la sabiduría. El
relato de la vida de Buda representa un camino, una búsqueda por la sabiduría
personal que se hace accesible para todo practicante, lo que convierte al
budismo en una doctrina de carácter universal.
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