El Poder del Fuego
Texto por Scott Cunningham del libro La magia de los cuatro elementos: Como dominar las energías de la tierra, el aire, el fuego y el agua, Segunda Parte Magia Elemental.
Los humanos hemos venerado siempre el fuego. Hoy en día no
rendimos culto al fuego, como lo hicieron nuestros antepasados mucho tiempo
atrás, pero todavía hay algo de la manifestación física de este elemento que
atrae nuestra atención. Un agradable fuego en el hogar en un día frío nos
reconforta.
Una hoguera calienta el agua y cocina los alimentos. Un
edificio ardiendo o un incendio forestal impulsan en tropel a los medios de
comunicación, en busca de las más horripilantes imágenes en sus cintas de
vídeo.
La bombilla eléctrica ha sustituido a las lámparas de
queroseno en muchos lugares del planeta, pero no hace tanto tiempo que
dependíamos del fuego, tanto para alumbrarnos como para calentarnos y para cocinar.
Incluso hoy en día encendemos velas para las cenas románticas, para acompañar a
las plegarias y para fines mágicos. No hemos olvidado el poder del fuego.
Originariamente, el fuego fue robado del cielo. Árboles alcanzados por los
rayos eran las fuentes principales. Más tarde, los humanos descubrieron el arte
de crear esta preciosa energía a través de la fricción, utilizando dos palos de
madera. También se creaba el fuego mediante el uso del pedernal y la yesca.
El fuego ha sido siempre un arma de doble filo. Nos ayuda
tanto como nos daña. Se ha utilizado el fuego como tratamiento médico y como
arma. Actualmente, si pensamos en el fuego, lo hacemos en asociación con
tiempos pasados, o en devastadoras llamas. Y sin embargo..., aún está junto a
nosotros.
Podemos tener nuevas formas de tecnología para crearlo,
tales como la cocina de gas o las cerillas de madera, pero no hemos perdido
nuestra actitud mística hacia el fuego. El fuego es un elemento destructivo y
creador. Sus cualidades destructivas son ya conocidas por todos los que leen
estas líneas (¿quién no ha visto nunca desaparecer algo entre las llamas?). Su
naturaleza creativa puede estar escondida en las llamas, pero está allí: de las
cenizas de lo antiguo se eleva lo nuevo. El fénix es el ejemplo eterno de ello.
Los rituales del fuego hay que realizarlos con cuidado. Los
animales domésticos podrían querer participar y en su curiosidad, derribar
recipientes con llamas o esparcir varillas ardiendo. El sentido común es
esencial para aplicar las normas de seguridad cuando se trabaja con este
elemento.
Incontrolado, el fuego es un elemento peligroso. Pero si se
tiene bajo control, puede ser una útil herramienta que sirva para cambiar
nuestras vidas.
Una advertencia final: los rituales con fuego pueden activar
los detectores de humo. Lo mejor es realizarlos cerca de ventanas abiertas,
lejos de estos inventos salvadores de vidas. Después de haber instalado un
detector de humo, quemé una cana que recibí en el correo. Tan pronto como la
encendí y tiré los papeles quemando en una caldera, la alarma de humo se puso a
funcionar. Es mejor saber evitar estas situaciones.
La olla de fuego
(un rito de expulsión)
Para librarse de algo que le está causando problemas:
consiga una olla pequeña de hierro fundido o de cobre. La abertura no debería
ser mayor de unos ocho centímetros de diámetro. Esta olla debe tener unas patas
para sostenerla. También necesitará ron o algún otro alcohol inflamable. Si no
puede conseguir nada más, le bastará con alcohol de quemar.
Por la noche, coloque la olla sobre una superficie
resistente al calor. Vierta una octava parte de una taza de alcohol en la olla.
Ponga su mano de proyección encima de la abertura. Visualice y empuje su problema
dentro de la olla. Empuje sus causas y la energía con que lo ha estado
alimentando.
Manteniéndose a una distancia prudente, encienda una cerilla
(los encendedores son muy peligrosos para este ritual). Tire la cerilla
encendida al interior de la olla. El líquido debería inflamarse inmediatamente.
Si no lo hace, pruebe con otra cerilla. Una vez que el contenido de la olla
esté ardiendo, apague las luces. Observe las llamas, diciendo estas o similares
palabras:
Ardiente fuerza del purifícame fuego, danzantes llamas de
luz;
Escuchad, pues mi necesidad es extrema, ayudadme en este
rito.
Olla de juego, oh abrasadora flor, brillando ante mi vista:
Purifícame con tu mágico poder,
Libérame con tu fuerza.
Siga repitiendo estas palabras. Visualícese completamente
liberado del problema hasta que el fuego disminuya y se apague. Llévese la olla
(podría necesitar un plato para no quemarse los dedos) y no la utilice para ningún
otro fin más que para hechizos de este tipo.
Un hechizo de protección
Siéntese o esté de pie delante de un fuego. Mire las llamas
o la llama, si está utilizando una vela).
Visualice el fuego bañándole con una luz protectora y
brillante. El fuego crea una esfera llameante, que brilla resplandeciente a su
alrededor. Si lo desea, diga estas o similares palabras:
Da arte al hechizo en el fuego:
Dáselo bien, téjelo más alto.
Téjelo ahora de llamas brillantes;
Nadie vendrá a dañar o a estropear.
Nadie pasará esta pared de fuego;
nadie pasará.
No, nadie lo hará.
Repita este simple pero efectivo ritual cada día que lo
necesite.
Amor ardiente
Queme o encuentre un palo carbonizado. Es decir, un palo de
madera cuyo extremo ha sido quemado hasta convertirse en carbón de leña.
También necesitará unos cuantos pétalos secos de rosa y una hoja de papel.
Utilizando la parte chamuscada del palo de la misma forma que un lápiz, dibuje
dos corazones entrecruzados en la hoja de papel, al tiempo que se visualiza
disfrutando de una relación satisfactoria. Dibuje con poder.
Sostenga los pélalos de rosa en su mano de proyección y
envíeles energía amorosa y ardiente. Esparza los pétalos sobre los corazones
unidos. Hágalo con poder. Envuelva el papel con los pétalos dentro.
Todavía visualizando, arroje el papel al fuego (si no fuera
posible esta operación, quémelo en la llama de una vela roja y tírelo a una
papelera a prueba de fuego). Al arder, el poder se liberará.
Llamas curativas
Realice un dibujo de sí mismo con la enfermedad, daño o
problema. Exponga claramente lo que le ocurre en el dibujo: un gran martillo
golpeando la cabeza para representar el dolor de cabeza: gusanos negros para un
virus; un miembro roto; una herida.
Cargue una vela roja con energía sanadora. Encienda la
mecha. Mantenga el extremo del dibujo sobre la llama. Después de que se haya
encendido, láncelo a una papelera a prueba de fuego.
Ahora, con la vela roja aún encendida, haga otro dibujo de
sí mismo pero sin el dolor de cabeza, sin el virus, libre de la herida o con el
miembro sano y curado. Ponga este dibujo bajo la vela y déjela consumirse.
(NOTA: haga este y todos los ritos curativos en
conjunción con un tratamiento médico adecuado.)
Ardiendo con el sol
Cuando necesite un suplemento de energía física, para
cualquier propósito, pruebe con este ritual. Debe ser llevado a cabo en un día
despejado ya que utiliza el poder del sol.
Salga al exterior. Con tinta roja, si es posible, dibuje
este símbolo en un trozo de papel:
Ponga el dibujo a pleno sol utilizando, sí es necesario,
piedras pequeñas para mantener la hoja plana.
Deje al símbolo absorber el poder del sol durante, al menos,
una hora.
Una vez se haya cargado, recoja el papel con su mano de
recepción. Al recogerlo, las energías del sol lo serán transferidas. Sienta el
calor. Absorba el radiante poder del sol. Sienta su cálida fuerza estimulándole
y llenándolo de energía. Arrugue el papel y ya estará todo hecho.
Un cántico para visionar en el fuego
Visionar es la antigua técnica de contemplar objetos
reflectantes (la omnipresente bola de cristal, estanques y otros medios) para
despertar la percepción psíquica. Quizás el medio más antiguo utilizado para
este propósito es el luego.
Aprendí a visionar en el fuego cuando tenía quince años. Por
aquellos tiempos, mi familia tenía una cabaña en las montañas, donde pasábamos
los fines de semana y tos veranos. Por las noches, nuestro entretenimiento
consistía en juegos de naipes, una vieja radio de onda corta y la chimenea
circular. La encendíamos para calentarnos y para asar malvaviscos, pero
recuerdo haber estado sentado delante de la llameante boca de la chimenea
durante largos lapsos, con la mirada fija en las llamas danzantes, viendo cómo
la madera cambiaba del marrón al negro.
Muchas noches, me cerraba a los sonidos de la vida de la
cabaña y me sintonizaba con el fuego. Los chisporroteantes, flamígeros velos
promueven realmente la percepción psíquica. Cuando desee entrar en contacto con
su mente psíquica: siéntele delante de un fuego, lejos del alcance de las
chispas. Cierre los ojos por unos instantes. Relájese. Estabilice su
consciencia. Después, abra los ojos.
Mire directamente a las llamas. No tense los ojos; parpadee normalmente.
Respire en profundidad.
Cuando se sienta en paz, diga estas o similares palabras en
un tono susurrante:
Ardiente fuego mientras bailas dame ahora la mirada secreta
Llama a mi clarividencia; dame el don con tu luz Ardiente
fuego brillando inmensamente,
Dame ahora la clarividencia.
Repítalo hasta que sienta pesados los ojos. Adivine el
futuro en las llamas incansables.
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